Nos sumamos al Manifiesto de las Escuelas Asociadas de la Unesco sobre Ucrania y lo compartimos con toda la comunidad educativa. ¡No dejes de leerlo!
Nos preguntamos ¿cómo es posible que una nueva guerra se desencadene en Europa después de haber sufrido dos guerras mundiales en su territorio? ¿por qué una vez más debemos hacer frente al fracaso de la convivencia? No hay nada que justifique el sufrimiento del pueblo de Ucrania por la invasión y el ataque de Rusia, un acto que viola el derecho internacional, la convivencia pacífica y el diálogo.
Desde nuestra Red promovemos y trabajamos por la Cultura de Paz y la cooperación internacional y esto, una vez más, y sin olvidarnos de las guerras “invisibilizadas” como el Yemen, Palestina, Sahara, Siria, Irak, Libia,…, está en peligro y amenaza a toda la humanidad. El ruido de la sinrazón y de la guerra ensordece los lamentos de las personas que las sufren directamente y como siempre “perdemos todas y todos” porque las guerras se hacen por los intereses de unos pocos pero los muertos, los heridos, los refugiados los ponemos los pueblos.
La guerra amenaza directamente el derecho a la educación de las niñas y los niños, de las y los jóvenes ya fuertemente afectado por la pandemia de la Covid19 que puso de manifiesto la desigualdad dentro de cada país y entre países. NO DEBEMOS OLVIDAR NUNCA QUE LA EDUCACIÓN ES UN DERECHO UNIVERSAL Y EL ACCESO AL CONOCIMIENTO DEBE SER PÚBLICO. La educación es la herramienta que nos garantiza un futuro equitativo, justo, libre, sostenible y pacífico.
Por ello la Red de Escuelas Asociadas quiere sumarse al NO A LA GUERRA, pide a las Naciones Unidas y a los países que frenen esta violencia, que abran mesas de diálogo, que preserve las vidas y los bienes del pueblo ucraniano. Esta guerra tiene que acabar ya, cada día que pasa suma más víctimas, más dolor, más desarraigo, más refugiados y refugiadas y pone en peligro a toda la humanidad.
Porque no hay guerras justas o injustas sólo TRISTES GUERRAS.
Porque la solidaridad, la cooperación, la empatía y la paz deben ser las herramientas de nuestro futuro común.
Porque las niñas y niños, en todos los lugares, tienen el derecho inviolable de ser protegidos, de asistir a sus escuelas, de estar con sus familiares y amigos, de no vivir bajo el terror de los bombardeos, de gozar del bienestar y la paz necesarios para crecer libres, felices y seguros.
Porque nadie “nace odiando sino que se aprende a hacerlo” (Nelson Mandela).